Me preguntaban recién, mi opinión sobre la posibilidad de reacción en Europa, en orden a la supervivencia de los blancos. Lo primero que debo decir, es que no soy optimista. Me duele decirlo y espero fervientemente equivocarme, pero hablo por lo que se puede ver desde lejos, que tiene la virtud de cierta perspectiva e imparcialidad, y el defecto de no estar en el lugar de los hechos.
La vida en Europa, tanto en lo social como en lo económico, es mucho más relajada que donde vivo yo. En Sudamérica se sufren cosas que los europeos no imaginan, cosas básicas que ellos tienen incorporadas a su vida como normales. Infraestructura, salud, seguridad, consumo, esparcimiento, no son como en la vieja Europa. Acá se sufre más, se sobrevive despierto, en tensión, sin tregua, sin respiro. El europeo medio vive de un modo mucho más burgués.
Las clases medias blancas son, sin embargo, parecidas estén donde estén. Tienen que perder y les importa sólo lo material. No ven lo que no quieren ver. Fueron dueños, luego mayordomos, luego sirvientes, ahora se conforman con ser esclavos, si pueden consumir, aunque paso a paso como la rana en la sartén se chamuscan.
Buscan a otro para que los salve. Si ese otro cae en el camino, simplemente siguen como si nada. ¿Qué es hoy la extraña muerte de Haider? ni siquiera un recuerdo, cuando debería ser una herida abierta. El «otro» no te salvó, entonces votamos de nuevo. Pero esta historia ya no es así. Esto es una guerra que a veces tiene formas políticas, para ganar tiempo y avanzar. Nadie lo admite sin embargo.
Le deseo lo mejor a Salvini, pero estamos en lo mismo: la negación de la guerra. Jamás relacionaremos a Etore Mutti con Salvini, sin ir más lejos: no sería «políticamente correcto». Negamos la violencia: mientras los invasores la aman. La distancia entre nuestros antepasados paganos y nosotros es sideral. La de los invasores y sus antepasados no existe: Ellos no niegan lo que son: sólo combaten.
Los argentinos medios blancos llaman a los pobres: «los negros». No porque sean negros realmente, sino porque son pobres, así quieren afirmar la pertenencia a una clase, nunca a una raza, ya que hablando de cualquier otro tema son fuertemente progresistas. Se reclaman blancos sólo para que los negros estén a su servicio, en este caso los mestizos. Es de hacer notar que cuando un mestizo tiene dinero, comienza a llamar «negros» a los demás mestizos.
Para que los blancos sobrevivan, tienen que caer primero los blancos que están dentro del sistema. Sólo luego se puede pensar en sobrevivir como grupo. El moribundo siempre debe generar los anticuerpos para su enfermedad. Debe abandonar su «vida normal» y poner toda su fuerza vital en el punto de reacción.
No soy optimista. No lo seré hasta que un grupo lo suficientemente grande de blancos asuma que esto es una guerra, aunque su forma cotidiana a veces nos confunda, porque las formas de la guerra suelen ser infinitas, pero siempre están destinadas a eliminar al enemigo, aunque el enemigo, como en este caso, se mienta a sí mismo y se entregue para ver si de ese modo es perdonado, cosa que según la historia sabemos que no va a pasar.