En Agosto del año pasado, un artículo de Michael McGregor llamado “Shock Value Protest” fue publicado en Radix Journal, haciendo mofa de las protestas feministas en topless (nada que me moleste mucho, en realidad. Y lo mejor es que las que protestan, en un 99% coinciden con los cánones superficiales de belleza occidentales, que también son mis cánones, por lo que puedo recrear la vista un momento mientras me regocijo al ver cómo se perpetúan los ideales de belleza que causan pesadillas en las feministas gordas y feas), tan de moda hoy por hoy, realizadas en la comodidad y seguridad que brinda el Primer Mundo.
Un poco más de un año después de ese artículo, hemos podido atestiguar como las integrantes del mismo grupo que hizo una “performance” para burlarse del suicidio de Dominique Venner en la catedral de Notre Dame de París, fueron golpeadas y pateadas sin piedad cuando quisieron montar su trillado y sobreexplotado show en una conferencia musulmana que se celebraba en París. Lo novedoso fue que esta vez no se toparon con la típica complacencia europea que acude a las fuerzas de la policía para que detengan el escándalo, sino que se toparon con una realidad que suponían ajena: los asistentes no sólo eran musulmanes, sino que, además, eran magrebíes sin ninguna contemplación por el género femenino, por lo que la seguridad que brindaba el “atacar” al Islam en suelo europeo ha comenzado a desaparecer en el recuerdo de la tolerancia liberal europea.
La seguridad que proporcionaba el suelo europeo se mantenía únicamente pues quienes vivían sobre ese suelo eran europeos. No puede negarse lo nocivo que pudo haber sido para algunas culturas cuando el Cristianismo era común en Europa, pero su reemplazo con el Liberalismo y la indiferencia prácticamente dejó una Europa abierta al pluralismo religioso semejante a los días paganos del Imperio Romano.
En lo que fallaron en analizar las activistas de Femen antes de hacer su acto, es que con el fenómeno colonizador que está sufriendo Europa, la realidad de un Tercer Mundo intolerante, misógino y definitivamente ajeno a toda la comodidad y tolerancia que Europa conocía hasta el día de hoy, su escandalosa y segura protesta ahora será cosa del pasado. El gran reemplazo del pueblo y su cultura es sólo cuestión de tiempo… y no sólo será el fin de Femen, sino también el fin de Europa como la conocemos.