Cociendo habas en caldo de odio

Cociendo habas en caldo de odio

Contra sus mentiras | Autor: | 17.8.2014

«Demasiados burócratas con armas, demasiadas leyes, demasiadas regulaciones, demasiadas prisiones — todas ellas diseñadas para proteger al estado. Las libertades de las personas son olvidadas».

Ron Paul. «Police-Initiated Violence Should Surprise No One«. Voices of Liberty.

 

Nadie es inocente, y si es que a Michael Brown le dispararon de forma arbitraria o no, difícilmente puedo creer que estuviera haciendo nada. Después de un acto así, siempre sabemos de lo ejemplar e intachable que fue, el ahora difunto, en vida.

Nadie es inocente, y si es que estaba justificado que Darren Wilson disparara, según un testigo, ocho veces a Michel Brown, lo cierto es que las fuerzas de la policía se sienten con el derecho de ejercer la violencia que les fue encomendada por el Estado, pues eso es la policía: lo mismo que los matones que están fuera de las discoteques, pero con el permiso estatal para emplear la violencia para mantener el orden. Justificados o no los disparos en esta oportunidad puntual, el uso de la violencia contra los ciudadanos sí lo está, sea cual sea el partido político, modelo económico y orientación ideológica que exhiba el Estado.

Nadie es inocente, pero hay un punto que no podemos pasar por alto: Michael Brown era negro, y Darren Wilson, blanco.

Nadie es inocente en sus actos, pero la culpa de esos actos tiende a diluirse cuando estos actos son provocados por causas mayores, y más aún cuando esas causas pudieron evitarse.

La seguidilla de disturbios raciales se ha desatado efectivamente por eso: raza. Sin importar si Michael Brown estaba o no robando en el momento en que fue abatido a tiros, civiles de raza negra han salido a las calles a manifestarse pues fue uno de los suyos el que resultó muerto. Personalmente, considero que en una ciudad donde la mayoría de sus ciudadanos son de raza negra, lo lógico sería que las autoridades también deberían ser de raza negra. La raza debe quedar fuera de la ecuación de la violencia, y mantenerse como una constante. Si hay sólo una raza en la ecuación —o digamos mejor, un sólo grupo humano, así incluimos etnias y credos— entonces el asunto se resuelve como una mera disputa interna, suprimiendo odiosidades. Eso se llama democracia, y es que cuando se habla de voluntad del pueblo, el pueblo debe ser homogéneo, si no, no es pueblo.

Toda democracia real se basa en el hecho de que no sólo se trata a lo igual de igual forma, sino, como consecuencia inevitable, a lo desigual de forma desigual. Es decir, es propia de la democracia, en primer lugar, la homogeneidad, y, en segundo lugar –y en caso de ser necesaria- la eliminación o destrucción de lo heterogéneo.

Carl Schmitt, «The Crisis of Parliamentary Democracy». (1923)

La diversidad no funciona, y no hay que ir a la Universidad para darnos cuenta de que las esperanzas liberales se hacen polvo (y no de estrellas, precisamente) cuando se juntan, mediante coerción, pueblos distintos en un mismo lugar. Aún si pensáramos que es maravilloso y deseable que existiesen comunidades multicolores, multicredos y multi-cualquier cosa, lo cierto es que la realidad nos golpea en la cara de una forma brutal cuando queremos soñar con arco iris, con paz y con igualdad. Aun cuando estamos acostumbrados a leer, escuchar y hablar de los genocidios (reales o no, da igual) perpetrados por el régimen nazi y, últimamente, el estado de Israel, en realidad hay muchos genocidios más, sólo que no gozan de la misma cobertura (las razones son inútiles mencionarlas) que los otros, que venden más.

Genocidio en Ruanda, donde la etnia de los Hutu y la etnia de los Tutsi suelen matarse mutuamente a balazos, machetazos y cualquier cosa que tengan a mano. Ambas etnias son de raza negra.

 

Todas estas muertes y hechos de violencia son evitables.

Sí, la unión hace la fuerza, pero la unión de semejantes. Divide y vencerás, pero la división de lo diferente.

 

En todos lados se cuecen habas y Chile no es la excepción. Probablemente, el pueblo mapuche debe ser el más combativo puesto que no se ve representado en el chamullo que nos han vendido como nación, que no es más que el Estado autovalidándose como entidad digna de respeto, con connotaciones cuasi-místicas. Por otro lado, la minoría criolla y la mayoría mestiza (cada uno con sus particulares y erróneos conceptos de nación), como ven en el parlamento a individuos parecidos a los que ven en sus espejos cada mañana, asumen que el Estado los representa, y ven a cualquier enemigo del Estado, como enemigos suyos.

Hago un resumen de los errores cometidos, a prueba de.

1. Un error de la gente que se define como «nacionalista», es tomar a los pueblos que son enemigos del Estado, como enemigos suyos.

Amar a la nación de uno no es ningún delito (si es que ésta existiese, claro, lo que no es el caso de Chile), pero hay pueblos e individuos que no aman a esta idea de nación (como yo), y esta idea de nación está fundada en la idea del Estado como ente coercitivo. Para el Estado, todos los grupos realmente nacionalistas son enemigos suyos y de su seguridad e integridad.

2. Un error de los pueblos que son enemigos del Estado, es tomar a los nacionalistas como defensores del Estado multicultural, ergo, enemigos suyos.

Ningún nacionalista serio y que se aprecie puede defender a este estado, sencillamente porque el Estado es enemigo de la identidad. La única identidad que este estado promueve y defiende, es la identidad mestiza occidentalizada. Ninguna otra.

3. Un error aún peor que el primero, es creer que este Estado defiende a la Nación, cuando en realidad sólo defiende sus intereses, y en esos intereses, ninguna nación tiene cabida.

Ninguna nación sometida bajo el Estado podrá prosperar, puesto que la fragmentación y el separatismo de naciones resulta nefasto para el Estado. La mano de obra es un bien preciado, pero no más preciado que el territorio sobre el cual habitan las distintas naciones y etnias. Por esta razón, el Estado siempre fomentará la integración y un modo de conducta pacífica, que no es más que un aletargamiento para poder desarrollar el cumplimiento de sus intereses en forma tranquila.

4. El peor error de todos, es comprender al Estado como sinónimo de Nación.

No me explayaré sobre este punto. El que cree que algo natural como la pertenencia sanguínea es igual a una construcción humana, moldeable y que resulta ser un fin en sí misma, no ha comprendido nada.

 

No es demasiado difícil de comprender, no hay que ir a la Universidad o ser un erudito en estas materias. En la lucha por la Identidad, el Multiculturalismo fomentado por la Izquierda Igualitaria y la Derecha Utilitaria es el enemigo de todos los pueblos.

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