Explicando el Pancriollismo

Explicando el Pancriollismo

Nuestro movimiento es identitario pancriollista. ¿Qué quiere decir eso? La palabra identitario procede sin duda de la filosofía política europea de la última parte del siglo XX. Podemos nombrar algunos de sus mentores: Alain de Benoist, Guillaume Faye, Robert Steuckers, entre tantos.

El prefijo pan es por todos conocido, y sabemos que significa amplitud, lo abarcativo.

Criollista es lo partidario de lo criollo, referido aquí (y por eso se lo coloca unido al vocablo indiscutiblemente de origen europeo identitario) a la descendencia europea nacida fuera de Europa.

Muy bien: traducido a Sudamérica, ser identitario pancriollista es tratar de conformar una unidad de los criollos que habitan en el continente, más allá de los estados nacionales que los contienen como habitantes. Esto no es ir –prima facie- contra el estado nación, sino reconocer principios y valores de unidad superiores a éste.

Reconocemos por lo tanto como criollos, en sentido amplio, a toda aquella persona predominantemente de sangre europea que habita fuera de Europa. En tal sentido el espíritu del criollismo impregna creemos tanto al boer como al australiano y en el caso de Sudamérica, muchos millones de personas distribuidas por el continente, a veces cercanas y a veces alejadas entre sí.

Otro tanto podemos decir de quienes habitan sobre todo en las zonas de los EEUU que fueron confederadas y las gentes de todo el continente que tengan consciencia de tales, vivan en el Quebec o en la Patagonia Argentina.

Sabemos que Argentina es un país poblado desde 1870 hasta 1950 por una inmigración masiva de europeos. Esa inmigración post hispánica, le otorga unas características muy particulares. Del mismo modo a Uruguay. Chile tiene otras características. Colombia otras. Brasil es un país fraccionado racialmente, cuyo Sur tiende a unirse con Argentina y Uruguay. Estas realidades, como pueden notarlo, se analizan de un modo diferente al usual, y que responde a nuestra cosmovisión, alineada con la necesaria supervivencia de nuestro pueblo.

No hablemos de las fronteras nacionales porque ya casi no existen, en el sentido poblacional menos. Nuestra idea es que esa población criolla, tome consciencia de su pertenencia a una sola nación racial y cultural, con sus enriquecedores y amplios matices dentro de la identidad.

Esta idea es solamente adecuar al hombre blanco criollo, a un proceso global que se desarrolla a toda velocidad y que debe ser visto y considerado ya mismo, del mismo modo que otros grupos humanos lo consideran sin ningún tipo de complejo.

Sin embargo para nosotros hacen regir todo lo que para los otros no rige. O sea: viejos nacionalismos de frontera y religión, defensa de las minorías donde lo seamos, cualquiera de los principios de la política actual se activan solamente frente a la pretensión de afirmar nuestra identidad.

El hombre blanco burgués, servil, funcionario, financista, y un largo etcétera de paniaguados del sistema, son aceptados como un mal todavía necesario al sistema. El hombre blanco consciente de su identidad y la defensa de su destino no es aceptado y es considerado un enemigo político.

Las formas políticas del identitarismo pancriollista, no tienen tanta importancia en cuanto respeten el principio de afinidad étnico cultural de sus componentes. Toda articulación política que tienda a la supervivencia de los nuestros puede ser válida. Ese es un tema para nosotros meramente instrumental.

 

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