Notre intégrité

Notre intégrité

Contra sus mentiras | Autor: | 17.4.2019

El mundo no es blanco y negro. Es más, creo que las pequeñas y torpes contradicciones son parte de nosotros y no podemos evitarlas. En algunos casos, llega a ser un ejercicio un poco difícil pero altamente enriquecedor poder abrazar lo gris de nuestras vidas. Por ejemplo el pancriollista, en una primera instancia, tiene que darse cuenta que nacionalismo y anarquismo no son por definición antagónicos, y que pueden convivir, o en su defecto servir, para un entendimiento mayor de la política moderna.

Notre Dame es obra blanca y merece nuestro respeto por ello; no vamos a encontrar algo así en ningún otro continente, y para la desgracia de los negacionistas raciales, esto es un hecho. Sin embargo, obras blancas hay por todos lados, incluyéndonos a nosotros mismos… lo cual quiere decir que poco se perdió.

Yo creo que tiene sentido para un arquitecto, independiente de su espiritualidad, poder considerar el último evento como una lamentable pérdida y sin quedar como un hipócrita en el proceso, después de todo es parte de su oficio. Del mismo modo, un ingeniero podrá maravillarse del funcionamiento de una Luger, y estar en contra de las guerras. No le veo nada malo a ello. El problema es cuando las contradicciones hacen que demos por alto los valores y pilares que nosotros mismos erigimos para definirnos.

No soy cristiano, menos católico. Creo que las religiones del desierto no debieron salir de su árida e infértil cuna, y que la tragedia del hombre europeo está condicionada por la continuidad de dicha decadencia espiritual, así que por más que me pueda maravillar del arte gótico y la inconmensurable emoción que una catedral es capaz de provocar en uno, llorar por dicha estructura o sentir calor por dentro al enterarme de su reconstrucción, supondría sin dudas una violación de principios.

Si mi intolerancia hace que sea incapaz de conciliarme con el cristianismo ¿Cómo podría concebir un mundo sin aquella religión si me da pena la destrucción de sus templos? ¿Cómo podría con una mano escribir sobre las bondades de Notre Dame, y con la otra escribir sobre cómo la religión de dicha sucursal supuso universalidad, multiculturalismo y monoteísmo en un par de versículos? ¿Cómo podré darle la cara al resto, si durante 5, 6 o 10 años me la pasé predicando una cosa, y en el momento de la verdad di por alto todo aquello que siempre defendí?

Integridad, en eso se resume todo. Si no, entonces no sé una mierda de la vida.

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