La vida burguesa, no es algo que se abandone fácilmente. Tener todo al alcance de la mano, evita vivir según ideales, sobre todo cuando los ideales son, en teoría, anti sistema. Cuando un anti sistema no podría vivir ni un solo día sin el sistema que quiere, siempre en teoría, derribar.

Y cuanto más en el centro del sistema se vive, peor es. Todo está domesticado y controlado, y los reflejos condicionados. Basta con ver lo que pasa cada día en Europa por ejemplo. El sentimiento natural, atávico y salvaje de supervivencia es algo que se ha perdido, y cuanto más «desarrolladas» son las sociedades peor es. nadie va a perder su bienestar social. Los únicos que pueden reaccionar, son los pueblos que no viven en ese bienestar: pueblos duros, sin obra social, sin tarjeta de crédito, sin seguros médicos ni de paro. Esos son pueblos que cada día tienen que luchar, en tensión, en medio de la falta de respeto y la violencia.

Es que hoy la «civilización» es dinero. Si algo bueno tuvo el comunismo, fue haber mantenido a los rusos muchos años fuera del dinero. El dinero pudre todo, por eso Europa vivió bien con el plan Marshall en la pos guerra. El europeo medio, incluso el «militante» puede protestar, pero difícilmente vaya a actuar. Todavía tiene mucho que perder.

Todos somos en un punto burgueses, pero eso no se saca yendo al gimnasio y sacando músculos. Es una cuestión de mentalidad, de tensión salvaje. Que un colombiano o un ruso son menos burgueses que un alemán o un italiano no me cabe duda. Por supuesto que eso se puede superar con consciencia y convicción, pero las sociedades «desarrolladas» no presentan resquicios donde poder vivir de otra manera que no sea profundamente burguesa.

El hombre blanco debe llegar al «Corazón de las tinieblas», antes de resurgir. Los que estamos en la periferia estamos más cerca de ese lugar, porque nuestros dioses aún deben caminar sobre el cotidiano dolor de los salvaje, sin red, como era en un principio, por los siglos de los siglos, amén.